Estaba nerviosa. No recordaba la última vez que sentía emoción por algo. Desde pequeña había ido pasando de mano en mano, desempeñando los trabajos que le encargaba su amo o su ama. Esta última, viendo que la niña tenía bonita voz y garganta y que le complacía cada vez que cantaba en el harem, había decidido venderla. Le habían dicho que en Córdoba o Sevilla le pagarían un buen precio por ella. La fitna, la guerra civil entre andalusíes, había dejado a más de una familia o superviviente con las arcas vacías y tenía que buscar dinero como fuera.
El ama llevó a Nuzha al katib Abu Abdalah Muhammad. Durante la entrevista de compra, el ama le comentó al katib que la niña recitaba poesía, contaba historias, sabía refranes de memoria y que incluso los cantaba e inventaba melodías.
El katib dudó por unos instantes. Conocía las estafas que se producían a diario en el zoco, con la venta de “falsas esclavas”.
Nuzha al-Wahbiyya
Nuzha al-Wahbiyya, vivió en los años de la Fitna, la guerra civil cordobesa de Al Andalus, a principios del siglo XI. El mundo de esplendor en el que vivían buena parte de la sociedad andalusí se derrumbaría para siempre. La esclava cantora Nuzha, como muchas otras, solo tuvieron la oportunidad de desarrollar su vida y su arte encerradas en el interior de las casas y palacios. En el harem, la zona más privada de una casa andalusí, Nuzha recitaba poesía, tocaba el laúd, cantaba y entretenía a su señor y a los invitados de sus fiestas. No conocemos más datos de ella, ni tan siquiera, su legado cultural que le hizo sobrevivir en esos tiempos inciertos, ya que nunca se escribieron.
Dimitrie Cantemir
Dimitrie Cantemir fue un príncipe moldavo más interesado en la cultura que en las cuestiones políticas. Con aspecto exótico para las cortes europeas del momento, vestido con casaca a la moda francesa y turbante al estilo turco, llegó a ser miembro de la Academia de las Artes de Berlín, impresionando en diversas giras por palacios de Inglaterra, Francia, Austria..., con sus conciertos de música como instrumentista del tumbur, un laúd de mástil largo tradicional de las zonas del este de Europa y Próximo Oriente, desaparecido en las orquestas musicales europeas del momento.
Como a tantos personajes singulares de la Historia, le tocó vivir dificultades y tiempos convulsos. Sufrió un exilio forzoso en Istambul, estando incluso encarcelado. Según algunos historiadores, escribió allí su obra “Historia de la Música Oriental”, libro que se encuentra perdido, hasta la fecha.
El vizconde Fitzwilliam
Poco se sabe de este misterioso personaje, autor de uno de los libros más importantes que trata sobre una colección de músicas para instrumentos de tecla: clavicordio, clave, órgano, y virginal. Fechado entre los años 1562 y 1619, el manuscrito, de cientos de páginas, incluye 298 transcripciones para tecla en las que encontramos músicas anónimas y algunas piezas de autores de su época como John Dowland o William Byrd, entre otros.
El libro se tituló “Fitzwilliam Virginal Book”, en español “Libro de Virginal de Fitzwilliam”, dedicado a la reina Isabel de Inglaterra. Título dudoso, pues el libro nunca perteneció a la reina. Se piensa que fue escrito por un tal Francis Tregian, un intérprete de teclado aficionado de principios del Siglo XVII, quien puedo haber copiado toda la colección de piezas mientras estaba en prisión debido a sus simpatías con el catolicismo. La autoría del libro sigue siendo un misterio, en realidad.